Ya no es 8M. Hay que seguir siendo conscientes de los cambios que nos quedan por hacer para vivir en un mundo feminista, en un sector de la joyería feminista.
Después de hablar, alabar y homenajear a las mujeres que nos rodean, y a la figura de la mujer en general… Y del purple washing por parte de algunos comercios y empresas para vender cosas moradas repletas de símbolos femeninos solo con el objetivo de vender más sin ninguna misión, donación o apoyo a la causa feminista…
Toca poner consciencia de la situación real y lo que necesitamos cambiar entre todas y todos.
Me ha costado, en más de una y de dos ocasiones hacer valer mi voz ante algún proveedor.
Ya hace años que visito diferentes proveedores como talleres de clavado, lapidarios donde comprar gemas, fundidores, grabadores… Talleres que en un 90% si no más, son hombres. Y normalmente hombres mayores con muchos años de oficio.
Soy una mujer joven (aquí escribe Júlia), y de estatura baja, voz suave, manos pequeñas… que suele contrastar mucho con la apariencia física de los hombres de los talleres que debo visitar.
En ocasiones, tras miradas paternalistas o retadoras que gritan que ese no es mi lugar, he tenido que demostrar que he estudiado para dedicarme a esto, que sé de lo que hablo.
Incluso dar explicaciones de más con conocimientos técnicos para parar situaciones de mansplaining.
Estas situaciones ya son prácticamente historia. Puede que, porque ya no me afectan esas miradas, o porque somos muchas las mujeres joyeras que nos encargamos de todos los procesos técnicos y visitamos muchos de estos talleres con lo que hemos ganado poder ocupar esos espacios sin tantos prejuicios.
También es cierto que en estos lugares yo soy la clienta. Y si no estoy de acuerdo con el trato que recibo, decido no volver y buscar otro taller profesional que me ofrezca el mismo servicio con un trato correcto.
Pero soy muy consciente de que soy una privilegiada. Soy una mujer blanca, europea, y emprendedora porque yo quiero construir mi propio negocio.
La joyería empieza en el origen de los materiales y la obtención de estos.
Hablo de los metales, las gemas… Materias primas que se extraen de la naturaleza, y no suele ser cerca de nuestro taller en Barcelona.
Podemos pensar que eso de los diamantes de sangre ya es cosa de pasado, que con el famoso tratado de Kimberley ya no pasan esas cosas… Te invito a ver este mini reportaje en el que personas trabajadoras en minas de diamantes cuentan su realidad.
Si ves es vídeo podrás deducir que la situación es grave, que debemos cerciorarnos del origen limpio y justo de los materiales con los que están hechos nuestras joyas.
Es fácil deducir, aunque mucho menos de encontrar evidencias, que también hay abuso de poder hacia las mujeres, que siguen teniendo que trabajar en muchas ocasiones con salarios más bajos solo por el hecho de ser mujeres. Que siguen teniendo que ocuparse de las tareas de cuidado de su familia como únicas responsables, así como los trabajos del hogar, no remunerados.
Si puedes hacerte una pequeña imagen de las situaciones precarias en las que pueden llegar a vivir también detectarás rápidamente que están mucho más desprotegidas ante abusos de poder, i acoso.
Muchas veces hemos hablado de lo importante de proteger al medio, de la buena calidad y responsabilidad ambiental del or Faimined, pero no debemos olvidar que todo ello pasa por manos de personas, que deben ser valoradas, cuidadas y respetadas por igual, sea cual sea su género, su color de piel, idioma o nivel de estudios.
Somos rebeldes, inconformistas y tenemos ganas de seguir aprendiendo para seguir cambiando todo lo que esté en nuestras manos para evolucionar hacia un mundo feminista, sostenible y libre.
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